Parece sorprendente el envío de cántaros de agua desde Arahal a Zaragoza en aquella época de difíciles caminos y diligencias. Agua para beber, de efectos medicinales. Uno de los cántaros se rompió antes de llegar.
Es el agua de La Lapa, que a mediados del siglo XIX se descubre como curativa de piedras del riñón. La noticia se difunde, la prensa la recoge, y los pacientes lejanos que no pueden desplazarse hasta el pozo de Arahal, tienen que conformarse con que les envíen el agua. Esa es la historia que cuenta La Nación en junio de 1864.
D. Lorenzo Martínez del Arahal es el propagador de los beneficios del agua y el que envía los cántaros.
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La Nación. 4/6/1864
«En el término de la villa del Arahal, en la provincia de Sevilla, y como á media legua de dicha población, existe un pozo de agua potable, en la hacienda llamada de La Lapa, que tiene la especial virtud de curar radicalmente el mal de piedra en el poco tiempo que se usa, como le ha acontecido á D. Lorenzo Martínez y Galán, que sufriendo hace años, en breves días de beberla ha logrado su completa curación, así como las de otras personas que por su noticia la han usado.
De este mismo bien se ha utilizado D. Juan Mazo, secretario del ayuntamiento de Cosuenda, provincia de Zaragoza, que al saber por un comandante retirado de aquella población los prodigios del agua, pudo conseguir que D. Lorenzo Martínez, no sólo le diese instrucciones sobre el particular y sus maravillosos efectos, sino que por conducto de las diligencias de esta capital le remesase (sic) dos cántaros bien acondicionados de dicha agua, y aunque a su destino no llegó más que uno, por haberse roto el otro en Despeñaperros, ha bastado tan corta cantidad de agua para convencer que son instantáneos y prodigiosos sus efectos en la curación del mal a que se aplica, como se demuestra en la carta que tenemos a la vista, fechada en Cosuenda en 16 del actual, en que, entre otras cosas, le manifiesta el secretario de aquella villa a D. Lorenzo Martinez, del Arahal, que el 8 había empezado a tomar el agua, haciéndolo un vaso en ayunas, otro con el chocolate y otro al oscurecer, y que en el primer dia se sintió con incomodidad al vacío ó hígado y riñones, resultando haber expelido algunas arenas; pero en el segundo día fue una cosa prodigiosa, al ver que salieron con abundancia, algunas partículas como trocitos de papel mojado.
Manifiesta también que ha seguido tomándola hasta dicha fecha con el mismo sistema, y aunque no expelía las arenas en la misma abundancia, sin embargo iban saliendo y se sentía bien, causándole pena la falta de agua, pues abrigaba el convencimiento que ésta le ha de salvar, y que de seguro, al haber llegado los dos cántaros, creía hubiera asegurado el alivio, si no la curación, por algún tiempo; por lo que le recomendaba se ocupase en ver los medios de que se había de valer para hacerle más remesa del agua, sín la contingencia de la anterior, por si le era imposible trasladarse por sus ocupaciones al Arahal para tomarla en su origen.
Y como deseamos el bien de los que puedan padecer el mal de piedra, nos apresuramos a darle publicidad, en bien del público, y para complacer los filantrópicos deseos de nuestro amigo el D . Lorenzo Martínez».
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La Nación 15/9/1864
«Hace algún tiempo que en El Porvenir, periódico sevillano, se habló de una fuente que existe en el Arahal, cuya agua, según decían, había dado muy buenos resultados en la curación del mal de piedra. Son ya varías las personas que han obtenido alivio y hasta curación completa con la referida agua, y como creemos de gran interés lodo cuando puede producir algún alivio á la humanidad doliente, copiamos hoy del periódico indicado lo que publica sobre este asunto, seguros de que lo leerán con gusto nuestros abonados:
He aquí como se expresa El Porvenir:
“Nuestro amigo D. Lorenzo Martínez con fecha 7 del actual nos escribe de dicha villa, acompañándonos la carta que ha recibido de Cosuenda, provincia de Zaragoza, de D. Juan Marco, a quien le ha hecho dos remesas de la mencionada agua, expresándose sobre los maravillosos efectos que causa, en los términos siguientes:
“Cosuenda 3 de Setiembre de 1864.—Mi querido amigo y compañero D. Lorenzo: El agua Santa de La Lapa es preciso ya que ocupe en medicina el lugar que los hechos demuestran, y no temo en afirmar que es el litontrítico mas eficaz y heroico que se conoce.
Consultado por varias personas y cediendo gustoso a mis deseos de humanidad, he cedido dei agua que V. me mandó últimamente, sobre una arroba escasa a D. Lorenzo Cister, vecino de Sástago, y sobre arroba y media a D. Pedro Pablo Candado, rector párroco de Murero.
Justo es que yo me ocupe de los resultados que les ha producido, en bien de la humanidad, y para probar al mundo incrédulo las virtudes medicinales ya indisputables del agua de la Lapa, insertando lo que los mismos sujetos me dicen.”
“Sástago 31 de Agosto de 1864.—Apreciable amigo don Juan: Con la alegría que puede V. figurarse, he tomado la pluma para decirle los buenos efectos que me ha producido el agua: cl 4 de Julio empecé á tomarla, y el 3 desapareció el dolor, quedándome un ardor mas suave que otras veces, y el 9 por la larde me noté, estando paseando, una revolución muy grande, pero me duró poco rato, y al ir á orinar, noté que me salió bastante sangre coagulada con un cálculo del tamaño de una cabeza de alfiler grande, quedándome muy descansado, y Continué echando por algún tiempo arenillas, y por fin, desapareció completamente el dolor, sin que lo haya vuelto a sentir hasta hoy, cuando estaba padeciendo dolores insufribles con mucha frecuencia.—No me ocurre más por hoy, sino que le doy un millón de gracias por haberme cedido tan celestial agua, etc.”
“Murero 29 de Agosto de1864.—Dice, entré otras cosas, que en los diez ó doce días que tomó el agua, no experimentó ningún alivio; pero así que añadió un vaso más al chocolate de la tarde, sobre tomar uno еn ayunas, otro al chocolate de la mañana, experimentó un grande alivio, y que ahora que se le ha concluido el agua, no sabe lo que será de él, y concluye rogándome le proporcione tres cantaras de dos arrobas.
Para satisfacer, pues, los deseos del expresado señor rector, espero tendrá la bondad de remesarme el agua de La Lapa, que el mismo señor desea, por el mismo conducto qué’sé há servido hacerme las anteriores remesas; me encarga mucho dicho señor rector que sea cuanto antes, porque abriga la confianza de que el agua le ha de dar la vida, y cuente V. que pasa el pobrecito de sesenta y cuatro años.
Dispense V. tantas molestias; pero no tenemos ya más remedio que ayudar a nuestros semejantes, y disponga a su arbitrio del que se repite suyo atento afectísimo amigo y compañero Q. B. S. M.—Juan Marcos.»
«El mismo D. Lorenzo Martínez nos ruega publiquemos el análisis que se ha hecho de la mencionada agua, para que los que estén á larga distancia, y carezcan de recurso para proporcionársela del pozo que la produce, hagan la composición y tengan un remedio eficaz a que acudir en el mal de piedra, pues aunque no sea la compuesta tan pronta y eficaz, siempre deberá surtir efecto máxime si se usa con constancia.
Analizada el agua de La Lapa resultó contener el volumen examinado:
Doscientas siete milésimas partes de carbonato de cal.
Setenta y dos milésimas de carbonal de magnesia.
Ciento cuatro milésimas dé cloruro de magnesia.
Y trescientos setenta y seis milésimas de cloruro de sodio.
Y además indicios de materias orgánicas inapreciables.”
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Bibliografía
La Nación (Madrid. 1849 – 1873), con el subtítulo de “periódico progresista constitucional”. Hemeroteca Nacional. Madrid.
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